Quisiera empezar la semana con uno de estos posts que duelen y crean polémica. Y es que llevo mucho tiempo queriendo escribirlo. Está relacionado con la película Paranormal Activity y, sobre todo, porque no paraba de escuchar por parte de muchos que la habían visto decir que "era lenta". Evidentemente es un comentario ante el que no puedo mantenerme indiferente, me duele. Me duele porque es una película que me impacto muchísimo y que me encantó, de hecho la considero de las 5 mejores que vi el año pasado por los motivos que explicaré después. Pero lo que no entiendo es el hecho de que a mí se me pasase volando y otros digan que es soporífera.

EL ARTE DEL MONTAJE
Antes de nada yo soy el primero en reconocer mi 'deformación profesional' o mis vicios, por así decirlo. Durante mi época de estudiante a lo que me dediqué principalmente, a la hora de realizar trabajos audiovisuales, fue a montarlos, a coger todas las piezas del puzzle y darle forma mediante el ritmo y el tiempo. Y tras haber montado 4 videoclips, 2 documentales, 1 spot, 1 pieza musical, 2 cortos y 2 felicitaciones me convertí en un fanático de la edición y creo que terminé entendiendo cómo iba esto del ritmo. Revisionábamos las piezas una y otra vez, llegando hasta el nivel enfermizo de quitar un solo frame si veíamos que sobraba o entorpecía. 

Montar no significa únicamente qué plano colocar después del siguiente, si usar un plano medio o uno cerrado, sino saber qué tipo de narración se merece cada pieza y, sobre todo, cómo hacer que cada una sea dinámica. Una vez Billy Wilder intentó escribir un decálogo para el cine y terminó diciendo 'Tengo 10 mandamientos. Los nueve primeros dicen: ¡no debes aburrir!'. Y de hecho, siguiendo esta lógica que una día me tatué a fuego en la mente, he tenido que dejar de ver muchas películas y, sobre todo, muchas series porque sí que me parecían soporíferas. Las tres últimas que recuerdo haber dejado han sido Dexter (al 2º capítulo), True Blood (al 1º, record) y, la que más pena me da porque me hacía mucha ilusión haber visto, Mad Men (al 3º). De hecho estoy pensando dejar también Flight of the Conchords (y eso que voy el por 7º). Lo siento, pero los espectadores somos así de crueles. Y yo, a pesar de que tengas la mejor construcción de guión y de personajes de la historia digna de mil Emmys, lo siento en el alma pero te falta ritmo, que es algo que yo valoro por encima de todas las cosas. Y eso de cuando dicen 'es que en la 2ª temporada mejora' es algo que (el ver por el hecho de ver) no me termina de entrar en la cabeza.

Otra frase que me impactó muchísimo y que desde entonces también grabé a fuego se encuentra en el libro 'Las Luces de Septiembre' de Carlos Ruiz Zafón. En un pasaje, dos personajes entran en la casa de una señora mayor y ésta, sorprendida por la entrada de ellos en la casa, se disculpaba diciendo: Lo cierto es que estaba leyendo y me he quedado completamente dormida. A lo que le responde Lazarus: Eso significa que debe usted cambiar de libro. BRAVO, aplíquese también a lo audiovisual. 

CUESTIONES DE RITMO
Yo reconozco que cuando terminé los exámanes de verano en 2006 me chuté en apenas mes y medio la friolera de 2 temporadas de Perdidos y 3 de Nip/Tuck. Cuando terminé de verlas y me sentí desolado (porque aquel intenso disfrute había terminado) no quería ver cine, me resultaba físicamente imposible sentarme dos horas en una butaca a ver una película. Me acostumbré demasiado al formato de la historia en 40 minutos y me tiré un verano entero sin ver películas. Me juré a mi mismo que aquella experiencia no la repetiría en mi vida. Yo lanzaría al aire la pregunta de 'qué le pasa al espectador que se acostumbra/engancha a una narrativa o qué motivos llevan a tal cambio' o, directamente, 'cómo es posible que a un espectador joven le parezca lenta Paranormal, que dura hora y cuarto, y Haneke no' o peor todavía: haría un grupo de Facebook titulado Señoras que Paranormal Activity les parece lenta pero seis temporadas de una serie de HBO no. Me centro en la narrativa televisiva porque se dice que, desde hace pocos años, la calidad de lo audiovisual ya no se encuentra en el cine sino en la telvisión. Comparto esa frase en el sentido que en televisión encontraremos la mejor construcción de personajes, pero en cuanto a narrativa aun le falta mucho que aprender. Pero en serio, me gustaría saber por qué a los espectadores del Siglo XXI, adictos a la narrativa televisiva, no se aburren con series estiradísimas durante decenas de capítulos pero con una historia cerrada de hora y cuarto sí.

UNA DURACIÓN NECESARIA PARA REINVENTAR EL TERROR
No os penséis que soy de esos que para defender una cosa simplemente ataco otra y quedarme tan pancho. Volviendo al caso de Paranormal se puede comprobar también que la inmensa mayoría de aquellos que se aburren con las 'escenas diurnas' dicen que lo mejor son las 'nocturnas'. Y no les falta razón, si tuviéramos que quedarnos con alguna de las dos partes está claro que la noche es dónde la película sobresale por encima de cientos de películas de terror que se han hecho en los últimos años (y muy por encima de aquella patochada llamada Blair). Oren Peli, su director, volvió a conseguir algo que no se lograba desde El Resplandor: que el terror y el miedo lo infunda un plano fijo. Sin trucos de montaje ni golpes de violín a mil decibelios. Un plano fijo con trípode. Que acojona al más valiente, por mucho que diga. Un solo plano que evoca nuestros miedos más infantiles: que algo entre por la puerta, que algo se mueva, un solo plano en el que constantemente no dejamos de buscar el miedo pero que, a su vez, no queremos mirar.


Y es en las escenas diurnas donde los personajes, Katie y Micah, nos van introduciendo las reglas de lo que pasará en la habitación y la mitología de espíritus y demonios con la que jugará la película. Nos van explicando, mediante varias escenas, qué es lo que ha ocurrido o -peor- que es lo que está a punto de ocurrir. Además que, volviendo a la construcción de personajes, es durante el día cuando se va formando o rompiendo esa relación de confianza y terror entre la pareja. El día supone una liberación para el espectador, porque confía que durante ese tiempo en la casa no ocurrirá nada (que se equivoca). Pero sin el día y sin su narrativa la noche no tendría sentido. Y jamás llegaría a estremecernos tanto como estremece la noche #20 ...