Cada vez que en las últimas semanas salía el tema de conversación de 50 Sombras de Grey yo era el primero en reconocer y decir a viva voz "¡pues yo empecé a leerme el libro!". Así, sin tapujos y sin vergüenza ninguna. Debía ser el año 2011 cosa así, yo no sabía de qué iba el tema y me enteré que se estaban popularizando unos libros de portada oscura en el que aparecían unas esposas y yo creía que eran policíacos. Tonto de mí. Menos mal que por aquel entonces yo ya tenía Kindle, lo había descargado y me ahorré los 18€ que costaba la novela, pues acabé borrándolo de mi dispositivo cuando llevaba leídas 20 páginas ya que no podía soportar ni una frase más. Cuando ya llevaba leídas cuatro o cinco veces lo guapo que era Christian Grey, lo muy intimidada que estaba Anastasia por su intensa mirada y las muchas veces que se mordía el labio o fruncían los ceños dije que esta lectura definitivamente no era para mí. Esa conversación que siempre inicio con un "pues yo empecé a leerme el libro" la termino explicando los motivos que me llevaron a tirar a la basura semejante historia que parece escrita por de estas antiguas quinceañeras que escribían cartas a la Superpop preguntando al staff de la redacción cómo debían chupársela por primera vez a su novio, no sé si os acordaréis.


El proceso lógico de la maquinaria industrial hollywoodiense no había hecho más que arrancar. En cuanto el libro ya era número 1 de ventas en todos los países y las lectoras unánimamente le pusieron rostro al protagonista, las productoras empezaron a pelear por sus derechos y Universal fue quien ganó el asalto de llevar a la gran pantalla la nueva franquicia crepusculera. Porque no olvidemos que 50 Sombras de Grey es una especie de fanfiction nacido a raíz de Crepúsculo y es un producto casi perfecto para venderlo puesto que ha sabido abarcar a un rango de público femenino que va desde la quinceañera, la treintañera e incluso a mujeres muy adultas. Anunciado el reparto y el rodaje de la película, yo seguía con la intriga de saber de qué trataba la cinta o qué elementos tendría para que siguiera siendo tal fenómeno de masas, a pesar de las miles de burlas y bromas que había leído a lo largo de estos últimos años. Si una película amasa más de 500 millones de dólares en menos de un mes con elementos tan problemáticos como el sexo en pantalla (y no cualquier sexo) quizás al fin y al cabo no sea tan mala, algo tiene que tener.

Pues no, no lo tiene. En cuanto a lo cinematográfico la verdad es que no hay mucho que decir: la película es un auténtico suplicio de más de dos horas de duración absolutamente injustificadas en las que hay un continuo bucle de seducción que parece no conducir a ninguna parte; unos actores sin carisma recitan diálogos de auténtica vergüenza ajena acompañados por secundarios que bien podrían haber sido sustituidos por lechugas hervidas; lo único que se salva es una dirección de fotografía de Seamus McGarvey medianamente elegante y un Danny Elfman que compone una banda sonora que a ratos plagia la Joven del Agua de Newton Howard y en otro le confiere a la película un ambiente de thriller que no lo merece. 

Pero ahora permitidme meterme en terrenos más pantanosos. No quiero ser uno de los muchos tuiteros que entran a juzgar o valorar (y directamente a reírse de) lo que una mujer pueda sentir o experimentar viendo un producto de estas características, aquí que cada una se vaya a casa con su propia conciencia cuando se enciendan las luces de la sala o cuando termine de leer la última página de cada uno de los tres libros, yo ahí no me meto porque puedo salir escaldado. Lo que sí lamento mucho es el mensaje que desprende la película y que me imagino que también desprenderán los libros. Y es que como indica mi amigo José María Ramírez "siglos para conseguir igualdad y libertad y en una hora de película 50 Sombras de Grey lo tira todo por tierra".  Es una honra poder comprobar cómo a lo largo de los últimos años han ido surgiendo muchas historias tanto literarias como cinematográficas que han ido concediendo a la chica joven y a la mujer un papel muy importante y definitivo en el reconocimiento de sus derechos y su poder. Películas como Los Juegos del Hambre, Brave, la saga Divergente, las Anna y Elsa de Frozen, las Criadas y Señoras, ¡joder hasta la Lucy de Besson presenta a una buena heroína! En definitiva, en igualarnos en condiciones a los hombres y en servir de buen referente a las nuevas generaciones. Y como apuntaba antes, es una lástima que estos grandes personajes queden fulminantemente anulados en cuanto entra en escena Anastasia Steele. El alter ego de Dakota Johnson anula y se deja anular por la presencia de Christian Grey, sometiéndose a él en sus deseos, a su posesión, sus deseos incuestionables y a su machismo. 50 Sombras de Grey retrocede años en lo cinematográfico y vuelve al esquema de la bella y la bestia y a la historia de la virgen que se enamora del macarra al que intenta redimir de sus cincuenta sombras más oscuras, como nos mostraban otras películas y libros tan malsanos como A Tres Metros Sobre El Cielo.

Es una verdadera lástima porque a pesar de que indicaba anteriormente que 50 Sombras me parece un producto casi perfecto puesto que abarca casi todo el rango de edades y no se limita a nadie, sí terminó demostrándose que alrededor de una tercera parte de la gente que compró el libro en Estados Unidos tenía entre 18 y 29 años, por lo que la etiqueta de "porno para mamás" ya no es tan adecuada para esta historia y sí que deberíamos preocuparnos (y mucho) por el mensaje que pueden entender las muchas chicas no tan jóvenes que hayan ido a verla. Y mucho menos que lo puedan entender como una historia de amor, porque que te arreen 6 veces con hebilla y cinturón, te regalen cochazos y portátiles o, peor aún, vayan en tu búsqueda o controlen a quién veas o lo que comas y bebas no es propio de nada que pueda llamarse relación o que pueda llamarse amor.