El debate cinéfilo de los últimos días es muy sencillo, sólo se divide en dos preguntas: si Del Revés (Inside Out) es la mejor película de Pixar o si Inside Out (Del Revés) no es la mejor película de Pixar. Es la primera apreciación que corren a hacer muchos en las redes sociales, como una especie de referencia que nos ayude a saber si la nueva cinta de Disney va cumplir con nuestras expectativas o no y si merece que nuestros amigos de Facebook y Twitter paguen la entrada, cuando la respuesta a esto último es siempre SÍ. Cuando una película nos gusta, aunque quizás no demasiado, tendemos a compararla rápidamente con otras. A mí me ocurrió recientemente con Jurassic World, y ahora a muchos les está está pasando lo mismo con Inside Out, que se ven en la necesidad de colocarla en una escala de "películas de Pixar ordenadas de mejor a peor" para ver dónde pueden encajarla y utilizar el disfrute como indicador objetivo para valorarlas en la medida de cada uno. Y esta vara de medir muchas veces resulta perjudicial para un título que puede (y debe) ser juzgado aisladamente. Las películas de Pixar a menudo son tan diferentes que compararlas sería rebajarlas a escalas en las que unas no tienen nada que ver con las otras. Es cierto que si por algo se caracteriza Pixar es por haber elevado el cine de animación a unos estándares de calidad y disfrute que nadie se hubiera imaginado hace veinte años, cuando estrenaron su primer título. Pixar se ha convertido en un sello de calidad por sí mismo, un sinónimo que garantiza que hasta su peor película va a ser muy buena en ciertos aspectos y que ninguno de tus hijos de entre 3 y 9 años se te va a quejar jamás. Pero retomando el tema de las comparaciones, sería muy injusto comparar títulos tan diferentes entre sí como Cars y Buscando a Nemo, o como Wall-E y Toy Story, cuando cada una tiene matices tan distintos y, sinceramente, los valores con las que podríamos enjuiciarlas son absolutamente subjetivos, por lo que tampoco nos sirve.

Que cada uno construya su escala de gustos como quiera, pero podemos afirmar que Inside Out es el trabajo más maduro e importante hasta la fecha. Además de ser una de las más emocionantes del estudio, es su película más imaginativa y compleja visualmente, uno de estos títulos que tendrás que ver varias veces para poder captar todas las referencias visuales que no te ha dado tiempo a asimilar en su primer visionado. El que esto escribe decidió dejar fuera de la ecuación el recuerdo y las grandes cualidades fílmicas de títulos como Ratatouille o Monstruos S.A. y se ha encontrado, de nuevo, con una obra de arte del estudio que casi roza la perfección y que es un auténtico estudio de la mente humana y de nuestras emociones que ha sido dibujado en forma de personajes y animado por ordenador según el ritmo del cine de aventuras. Toda una proeza. Corre por internet una foto en la que describía la carrera de Pixar tomando los sentimientos como el motor que ha conducido siempre la temática de sus películas: ¿Y si los juguetes, bichos, monstruos, peces, superhéroes, coches, ratones, robots y perros tuvieran sentimientos? terminando el meme con el más difícil de los difíciles: ¿Y si los sentimientos tuvieran sentimientos? Y en parte en eso se basa la última y arriesgadísima propuesta del estudio, en que Pete Docter y sus colegas han intentado describir mediante imágenes qué pasa por nuestra cabeza cuando tomamos una decisión y cómo los recuerdos que almacenamos cada día nos van a afectar de una manera u otra a largo o a corto plazo. Y cómo un recuerdo que en un principio puede parecer feliz puede convertirse en triste y cómo esta tristeza va a ser esencial para que superemos ciertas etapas de nuestra vida. Íker Zabala indicada en su maravillosa crítica que "la personalidad se construye dándose golpes con la realidad, y la unidad familiar con recuerdos amables y dolorosos, y recuerdos amables que se vuelven dolorosos. Y viceversa."

Y en la sencillez de su puesta en escena es dónde reside la dificultad de esta propuesta que hay que alabar por todos los sitios. Cuando leemos en entrevistas que Pete Docter y su equipo artístico estuvo trabajando en el proyecto durante casi diez años no nos extraña, puesto que han sabido reducir a imágenes cientos de conceptos que seguramente tengan nombre y apellidos de investigadores y psicólogos de los que no hemos oído hablar jamás. Y eso no es fácil, no se plasma sobre el papel de un día para otro. Puesto que no solamente han quedado reflejadas en la pantalla, sino que Docter ha sabido convertir este estudio de la psique y de la infancia en un auténtico parque de atracciones y en una aventura de proporciones épicas que tienen que recorrer varios personajes (y nosotros también, como espectadores) para poder llegar hasta el final de la historia. Y no sólo en este aspecto reside su sencillez y su dificultad, sino que el mundo fílmico e interno se construye sobre una base de reglas que Docter es capaz de explicar en tan sólo un prologo de los cinco minutos que dura la preciosa canción de Michael Giacchino y en la que los espectadores automáticamente entramos en su juego. Los creadores de esta nueva barbaridad fílmica han sabido plasmar conceptos abstractos (el tren del pensamiento, la memoria, las construcciones sociales) en imágenes para niños de seis años que sólo un adulto y un psicólogo entendería.

Podría decirse también que Inside Out es la película menos infantil de Pixar, puesto que apela directamente a la nostalgia del adulto que siempre ha sabido respetar como espectador y ciertos conceptos puede que a un niño se le escapen. Pero también es esencial que un niño la vea y, sobre todo, aprenda con ella, aprenda con ese personaje que todos comenzamos odiando pero con el que, precisamente, terminamos empatizando: con la tristeza, porque a pesar que la alegría debe ser nuestra fuente de vida hay veces que debemos llevar de la mano a nuestra amiga azul, la otra fuente necesaria para comprender a las personas que están a nuestro lado. Indise Out enseña a los niños que todos los personajes de la película (Ira, Asco, Miedo, Alegría y Tristeza) les acompañarán a lo largo de su vida y que sus recuerdos más ricos serán aquellos que contengan unas pinceladas de cada color. En este viaje de sentimientos y recuerdos Pixar vuelve a demostrar que es capaz de jugar con nuestras emociones con la naturalidad de un trilero, logrando que pasemos de la carcajada al llanto sincero y emocionado en tan solo medio minuto. Y viceversa, porque cuando aún no hemos terminado de sorbernos los mocos y secarnos las lágrimas en el final de esta montaña rusa de emociones aún nos quedan más por llorar, pero esta vez de la emoción y de la risa.