Muchos de vosotros seguramente hayáis visto el magnífico documental Comprar, Tirar, Comprar: la historia secreta de la obsolescencia programada. En él se nos muestra la tesis de que los aparatos electrónicos están diseñados para fallar al cabo del tiempo y que, puesto que el arreglo sale más caro, no quede más remedio que comprarse otro. Algo parecido le pasa a la industria discográfica y cinematográfica.

El mundo del cine puede asemejarse al mundo de la música, en cuanto a las ventas de discos se refiere. Cuando el CD fue presentado al mercado en los años 80, las discográficas vieron una oportunidad de oro para que los usuarios renovasen toda su colección de discos, ofreciendo como valor añadido el hecho de que, ahora, su música tendría una perfecta calidad de sonido digital. Progresivamente, los consumidores íbamos sustituyendo nuestras viejas cintas de cassette gastadas por aquellos discos compactos que sonaban tan bien. El resultado era que las discográficas podían volver a tener altísimos ingresos por material producido con mucha anterioridad.

Esto mismo se puede extrapolar a la industria cinematográfica (o videográfica, en nuestro caso). Para poder verlo de una manera más clara, elijamos una película que nos sirva como referencia: por ejemplo, Cazafantasmas (Ivan Reitman, 1984). El famoso y ya nostálgico sistema de cintas VHS predominó desde principios de los 80, cuando apareció, hasta que en el año 2000 lo sustituyó un sistema más avanzado y de mayores prestaciones: el DVD. Muchos de los que ya poseyesen Cazafantasmas en vídeo seguramente la adquiriesen en formato digital, para disfrutarla en una calidad de imagen casi perfecta, varios idiomas en sonido envolvente 5.1 y, sobre todo, contenidos adicionales (extras) no publicados anteriormente, que servían como nuevo valor añadido.

El cambio estaba hecho. La gente iba adquiriendo las nuevas y antiguas películas en formato DVD. Con el paso del tiempo, las películas del catálogo bajaban más y más sus precios. Hoy día podemos encontrar buenos títulos en ofertas de 4 DVDs por apenas 20 euros (eso si no contamos los catálogos de muchas distribuidoras que, directamente, las regalan los domingos comprando el periódico). Pero, una vez que hemos renovado nuestra colección… ¿ahora qué?

Al igual que pasó a principios de siglo con el DVD, las productoras cinematográficas han visto en la Alta Definición y en el Blu-Ray la oportunidad (¿o excusa?) perfecta para que los usuarios volvieran a renovar sus títulos, ofreciendo esta vez –únicamente- una mayor calidad de imagen. La mayoría de los contenidos extras siguen siendo los mismos que las antiguas ediciones en DVD. 

No es de extrañar si se comprueba que la tecnología del Blu-Ray ha sido desarrollada en su mayoría por Sony, fabricante de televisores, PlayStations 3 (además de videoconsola, es el reproductor de Blu-Ray más vendido del mercado) y, sobre todo, dueña de Columbia Pictures. Se puede decir que grandes empresas como Sony son capaces de integrar todos los pasos para disfrutar de la alta definición: no solo vende televisores y reproductores, sino que encima hacen las películas para verlas en ellos. El negocio es perfecto.

Fragmento de artículo publicado originalmente en la revista Giant Magazine, pág. 54