Dijo una voz popular:
Quién me presta una escalera para subir al madero, para quitarle los clavos a Jesús El Nazareno.

El domingo que viene comienza la Semana Santa en mi ciudad, una semana donde Sevilla sale a sus calles, vestida de sus mejores galas, respetuosa, entregada, falsa y devota. Cada uno lleva la fe a su manera, pero siempre me ha resultado curioso, por parte de la 'sevillanía', que solo seamos religiosos durante siete días y el resto del año seamos peores que Satanás.

Otra de las cosas que siempre me han resultado muy curiosas es la propia Saeta al Cristo de los Gitanos, aquel poema que escribiese Antonio Machado en Baeza en 1912 y al que, cincuenta dos años después, Serrat le pondría música. Machado hizo una feroz crítica a la religiosidad que siempre se ha vivido en Andalucía, esa religiosidad que ha optado siempre por las imágenes violentas -los cristos sangrantes (siempre con sangre en las manos) y crucificados (siempre por desenclavar), moribundos e inmóviles- antes que por otros pasajes más esperanzadores, con un Jesús vivo y activo (el que anduvo en la mar). Casi sin proponérselo, puesto que ha dicho en más de una ocasión que originalmente no estaba prevista su inclusión en el disco 'Dedicado a Antonio Machado, Poeta', Joan Manuel Serrat escribió una música bellísima, sentida, preciosa e igual de crítica que el poema original. 

Sin embargo, a lo largo de los años, este himno crítico se ha convertido en estandarte y acompañamiento musical de muchas de las imágenes y procesiones que, precisamente, sus letras denuncian. Escuchadlo