Cuenta la leyenda que, en el siglo IV d.C., había una ciudad rodeada por un lago donde vivía un feroz dragón. Los habitantes de aquella ciudad se vieron obligados a entregar cada día dos ovejas para aplacar su hambre y violencia. Lamentablemente, llegó el momento en que las ovejas se terminaron y el dragón pidió a cambio una vida humana al día. Si no, arrasaría la ciudad.

Ante tal horrible situación, el Rey decidió que el sacrifico humano se hiciese por sorteo. Pero para sorpresa de toda la ciudad, el destino quiso que un día la señalada fuese la hija del Rey. Impotente, el Rey intentó agasajar a todo el pueblo con regalos a cambio de que otra joven fuese sacrificada, pero ningún habitante lo aceptó puesto que ya habían sido muchos los familiares perdidos y el Rey no iba a ser una excepción. Sin ninguna alternativa, la princesa fue caminando hasta la guarida del dragón y, cuando iba en rumbo, apareció un jinete en un caballo blanco: era San Jorge quien, al oír su situación, se ofreció a rescatarla. Con una lanza, luchó valientemente hasta que consiguió clavarla en el corazón de la bestia, hiriéndola de muerte. Una vez derrotado, paseó al dragón por toda la ciudad para que sus habitantes se quedaran tranquilos. Luego con su lanza, lo mató. De su sangre derramada dicen que surgió un bello rosal y San Jorge ofreció a la princesa la rosa más bella.

De esta leyenda popular surge la historia de la rosa. Se cree que la tradición de regalar en esta fecha una rosa a la mujer amada se remonta a la Cataluña del siglo XV: algunas versiones hacen coincidir esta práctica con la Feria de las rosas o de los enamorados, que tenía lugar en Barcelona durante el verano. En aquella época ya se repartían rosas a las mujeres que asistían a la misa oficiada en la capilla de San Jorge del Palacio de la Generalitat de Cataluña en esta fecha.

¿Y por qué un libro? Porque en un día como hoy, 23 de abril, fallecieron autores como Miguel de Cervantes y William Shakespeare (el mismo día de 1616), y otros como Maurice Druon, K. Laxness, Vladimir Nabokov, Josep Pla o Manuel Mejía Vallejo también lo harían también un día 23. Con esta iniciativa, la UNESCO (y los libreros, para qué negarlo) rinden un homenaje mundial al libro y sus autores, alentando a todos, en particular a los más jóvenes, a descubrir el placer de la lectura.

La tradición es que hoy las personas amadas se intercambien una rosa -para las mujeres- y un libro para los hombres.