Como es natural, advierto a todo lector intrépido que se adentre en leer esta crítica diciéndole que está plagada de spoilers. Así que quien no haya visto el último capítulo de Perdidos que sepa que se lo voy a destripar.

No termino de comprender por qué el público ha reaccionado de la manera que ha reaccionado. Muchos se han llevado las manos a la cabeza, diciendo que el final es una estafa e incluso se han atrevido a compararlo con productos patrios como Los Serrano. A los 5 minutos en Facebook ya pululaban cientos de grupos exigiendo una bajada de sueldo del 5% a los guionistas. No sé de qué se puede quejar el público. Era la única solución lógica. Como todo buen episodio de Perdidos, el capítulo está abierto a muchas interpretaciones. Y yo os diré la mía.

Pienso que los guionistas no han tenido el valor ni las agallas suficientes de terminar la serie dramáticamente. Porque, si eliminamos de la ecuación el factor “realidad alternativa”, la serie acaba con 6 personas escapando de la isla en un avión. PUNTO. Pero creo que estos guionistas (y demiurgos) han tenido que seguir su biblia y sus leyes de serie: en todas las temporadas siempre ha habido una “realidad alternativa”. En la primera y segunda fue el pasado, en la tercera y cuarta alcanzaron el futuro, y en la quinta pegaba botes cual Doc Emmet Brown en su Delorian. ¿Qué explicación o de qué podrían tirar en la 6ª? De lo único que le quedaba: esa especie de purgatorio al que todos llegan puesto que, como dice el padre de Jack, todo el mundo muere en algún momento. Algunos antes que tú, otros... después. Si hay alguien que todavía duda de lo que pueda significar esta realidad alternativa de la 6ª temporada es porque Cuatro no subtituló bien el episodio, pero las palabras del Dr. Shepperd no dejan duda alguna. Si los guionistas hubieran tenido lo que hay que tener no hubiese habido línea temporal, hubiera acabado dramáticamente, con muertes, con desolación, sin respuestas. Y seis personajes hubiesen escapado en el último momento, con Jack agonizando. Fin. LOST.

Por otra parte, como he dicho antes, sigo sin entender la indignación del público ante la resolución de la serie. Por cierto, estamos hablando de una resolución de 6 temporadas entera, de un climax de 30 minutos merecedor de su tiempo como cierre a una serie de 4.800, no de un capítulo normal. Es un episodio hecho PARA LOS FANS, para aquellos que hemos seguido la serie desde hace 6 años, para aquellos que nos encogía el corazón y los nervios con sus temporadas año tras año. Los espectadores (y de aquí no se salva ni Cristo, yo el primero) nos hemos creído dueños de la serie, exigiéndole a los guionistas lo que queríamos ver y haciéndoles responsables de aquello que no nos gustase, pero olvidándonos que no deja de ser un producto audiovisual hecho para un público pero, lo más importante, hecho por un equipo, que es quien toma las decisiones. Es como una película. Como un libro. Como una canción. Como otra serie. Y ayer hemos vuelto a culparles. Y si no te gusta… qué os digo, que a rascarse amigos. Pero en parte también somos responsables del rumbo y de la conclusión. Como buen producto audiovisual que es siempre se ha regido por la dictadura del rating y del share, bien podríamos haberle dado la espalda al producto. Pero no lo hicimos. De hecho respondimos al contrario: buceando en foros, comentando cada episodio y cada detalle con los compañeros. Muchas teorías hablamos, incluso nos respondían en directo en palabras de Hugo. Y ayer nos contestaron con una de ellas, el final que nos han dado no es otro que el que nosotros mismos nos hemos buscado.

Pienso que es un final lógico. Emotivo. Teórico. Religioso (y muy católico por cierto, algo que no me esperaba). Pero es un final arriesgado, demasiado valiente, puesto que los creadores corren el riesgo de que las temporadas anteriores que nos venderán en Blu-Ray no vuelvan a ser vistas. Porque… ¿Quién volvería a ver una serie tan larga sabiendo la resolución que tendrá y el sentido que ahora coge todo?

Porque hemos de ponernos la mano en el pecho. Hemos de echar la vista atrás con el corazón caliente pero con la cabeza fría y reconocer que a Perdidos le sobran dos temporadas. Qué pasa ahora con la Iniciativa Dharma. Qué pasa con Los Otros. Qué pasa con todas las polleces de Charles Widmore y todos los líos que al final no han servido para nada. No busco respuestas, ya no me interesan. Pero echo la vista atrás y reconozco que eso sobraba. Y muchas más cosas. Mucho paseo por la selva. A las temporadas le ha pasado lo mismo que a los propios capítulos: los 5 primeros minutos/episodios del inicio y del final son increíbles, pero el resto con que lo rellenan es pura morralla. Me encantaría haber podido recomendar esta serie a todo el mundo, pero terminó siendo demasiado larga.

Además, no digo que el año que viene caerá. Ni al siguiente. Pero seguro que dentro de 5 años nos vemos spin-offs como Lapidus Begins, Kate Returns o The Dark Sawyer. P.D. Vicky, creo que deberías ir preparando el piloto de la vuelta de Ricardus a Las Islas, nadie mejor que tú.

En definitiva: ayer me sorprendió todo lo que ocurrió alrededor del episodio: tanto la repercusión mediática, como la indignación… y como el hecho de que el capítulo me terminara gustando, ¡a mí!, quien tanta caña le he dado (y merecedísima, por cierto). Me ha gustado porque nos han homenajeado a los fans, con los reencuentros, con la esperanza, con la música de Giacchino, con ver a muchos del reparto de nuevo… Porque, como diría el padre de Jack de nuevo, este capítulo es un sitio que todos hemos hecho.