¿Queda algo por decir a estas alturas sobre Guardianes de la Galaxia que no se haya dicho ya? ¿Sirve de algo volver a escribir otra crítica en la que se resalte de nuevo lo entretenidísima que es, las innumerables comparaciones con ciertos títulos del cine de aventuras de los ochenta o el arrollador carisma que derrochan la mayoría de los personajes (que no todos)? ¿Sirven a día de hoy las críticas de cine para intentar convencer a alguien de que se decida o no por ver una película, tarea que seguramente ya se haya encargado de realizar el departamento de marketing de la distribuidora vía redes sociales en vez de el crítico? ¿Sería más útil elaborar una reseña en la que no se intente persuadir a alguien de que se anime o se frene a ver una cinta, sino más bien un texto que -a posteriori- pueda enriquecer el visionado haciendo ver al espectador aspectos diferentes en los que no había reparado? En otras palabras: estirar o reactivar el debate entre amigos en cuanto sales de la sala de cine.

Con esto no quiero decir que el modelo clásico de crítica de cine no se siga haciendo, pero sí reconozco que cada vez me da más pereza escribirla. Me falta tiempo para sentarme delante del post en blanco y comenzar a escribir con algo bueno e ilusionante que contarle al lector que me pueda estar leyendo, y cuando finalmente puedo hacerlo algún sábado o domingo ya hay mil páginas diferentes que le habrán animado a ir al cine y ya se me habrán adelantado a la hora de enumerar las razones por las que una película debe ser vista (¡o no! Pero últimamente prefiero escribir textos positivos que regodearme en las críticas negativas).

Cada vez tenemos más responsabilidades y menos tiempo para sentarnos tranquilamente a ver películas. Ya no soy aquel chaval de 21 años que volvía de la facultad a las 20:30 y como no tenía nada mejor que hacer pues veía una y otra y otra y otra película. Bueno, en verdad sigo siendo otro chaval de treinta que vuelve del trabajo a las 20:00, sólo que mucho más cansado. Y al igual que me ocurre entre semana también me ocurre los fines de semana: antiguamente me veía las películas a pares, pero a día de hoy tengo que cuadrar las agendas de muchos amigos, tiene que ser un título que nos llame a todos y seguramente sea el estreno del viernes de turno. Sinceramente, prefiero escribir para ellos (que sois vosotros) y poner en palabras o desarrollar más extensamente aquello que hayamos podido estar hablando y que se dé la posibilidad de entablar un debate.

Soy consciente que el tipo de películas que me arrastran a las salas son las hollywoodienses, para que lo voy a negar. Me estoy convirtiendo en el consumidor de mierda con más experiencia de toda Sevilla y también soy consciente de que me estoy perdiendo cientos de títulos memorables. Pero por esto mismo es por lo que, para este tipo de cine, quiero proponerme a mí mismo un nuevo modelo de acercamiento a la crítica (si es que esto puede llamarse así) en el que no debo perder el tiempo enumerando argumentos, sino pudiendo alargar este debate de cuando salimos del cine y comenzamos a hablar entre gente que ya ha visto la película y no tenga que andar con reparos de destripar partes del argumento o no. Es más, no es la primera vez que muchos de mis amigos me han dicho que no han leído una crítica mía porque están esperando a verla. Aunque también estoy jugando peligrosamente con este arma de doble filo, pues corro el mismo riesgo de que otro lector no quiera perder el tiempo leyendo sobre algo que ya ha visto. No le culpo.

Con esto no quiere decir que abandone la mal llamada por mi parte "crítica clásica", sigo considerándola muy necesaria para descubrir obras y que me animen a verlas. Pero no para los Guardianes, por ejemplo. Ni para Transformers, ni para los Simios (bueno, para los Simios quizás sí). Desde que Guardianes de la Galaxia fue anunciada en la Comic-con de San Diego allá por 2012 ya sabía de antemano que terminaría viéndola, ya tiene que ponerla a parir un amigo mío con el que coincida en el 90% de mis gustos -amigo que nadie tiene- para que yo no la vea. Así que me dejo de argumentos; de hecho, no he encontrado nada mejor que decir sobre ella que lo que enumero en el primer párrafo y lo que ya ha dicho todo el mundo. Por eso prefiero que terminemos debatiendo sobre cómo es posible que ver a un mapache rascándose los huevos a cámara lenta nos haya parecido lo más divertido que hayamos visto en lo que va de año.