Ennio Morricone ya inscribió, hace muchísimo tiempo, su nombre entre los más grandes del séptimo arte. Uno de los datos más notables de su carrera es lo prolífico que ha sido siempre a la hora de componer bandas sonoras. De hecho, tiene en su currículum haber firmado más de 450 partituras y protagonizar la anécdota más increíble de la historia de las bandas sonoras. Morricone compuso una de las melodías más bonitas de la historia de la música y con una de las mayores dificultades jamás impuestas. El tema en cuestión es 'El Oboe de Gabriel', de la película La Misión (Roland Joffé, 1986) y que seguramente más de uno ya esté tarareando.

¿Y por qué fue tan difícil? ¿Dónde está el genio? Como todos sabemos, a excepción de las películas de animación y de los musicales, la imagen siempre se graba antes que la música. Siempre. Luego será tarea del compositor escribir con melodías y notas las sensaciones y emociones que acompañarán a la imagen.

En la escena de 'La Misión' Jeremy Irons interpreta al Padre Gabriel, quien calmaba a los indígenas tocando su música con su oboe. El problema fue que Jeremy Irons no sabía tocar dicho instrumento. Roland Joffé, el director, le dijo que no se preocupara, que tocara lo que le saliera del mismísimo que ya lo arreglarían luego en postproducción. Claro, Jeremy Irons le tomó la palabra y tocó una serie de notas disonantes y sin sentido que hubieran espantado hasta la más mansa de las fieras. Imaginaos por un momento a un niño de 6 años que le acaban de regalar una flauta y se pone a soplar. Lo mismo.

Cuando meses después de haber rodado la escena le llegaron las imágenes a Morricone imagino que se preguntaría en su estudio qué podía hacer con ese sindiós musical. Imaginaos el marrón que tenía encima: Morricone estaba atado de pies y manos, puesto que tenía que escribir una melodía acorde a la imagen, no podía hacer sonar un oboe imaginario si Jeremy no lo estaba tocando. ¿Qué hizo? LO IMPENSABLE: se las ingenió para que cada vez que Jeremy Irons bajase un dedo, él pusiese una nota aunque no tuviera que ver la posición real puesto que eso es algo que los espectadores nunca sabrán. Cada vez que bajaba un dedo y soplaba.. el ponía un 'La' o un 'Fa#'.

Jeremy Irons era quien 'marcaba' el ritmo bajando los dedos mientras que fue Morricone quien dictó la melodía cambiando unas notas disonantes por otras que tuvieran sentido. Y de aquella amalgama de sonidos ininteligibles... salió esta preciosa melodía.