Hoy estamos de primicia en el blog, porque hasta dentro de dos días no nos llegará a nuestras pantallas y nosotros ya hemos visto el último bodrio parido por Jerry Bruckheimer, aquel productor de películas de puro entretenimiento tan respetable hasta que le dio por hacer La Búsqueda 2 y Canguro Jack: Trinca y Brinca. La película está protagonizada por Jack Gyllenhal, aquel vaquero gay aficionado a la pesca de truchas y por el nuevo rostro bonito del cine británico: Gemma Aterton.

Prince of Persia se basa en un videojuego del año 89, donde un príncipe sin nombre iba saltando por azoteas, escaleras y tuberías para salvar a una damisela en apuros. Siempre se ha dicho que las adaptaciones de videojuegos suelen ser una porquería, pero no me va a quedar más remedio que darle la razón a la corriente popular, por mucho que me empeñe en defender ciegamente a esa obra maestra de las adaptaciones llamada Mortal Kombat (y Street Fighter es dignísima).

Aquí se nos cuenta la historia de Aladdin Dastan, un chico de los barrios bajos de Bagdag (disculpen mis incrongruencias, pero entre que no me interesaba y que fui a mear me perdí dónde estaba ubicada la historia). Este chico, ante la tortura de un amigo suyo, le planta cojones a la guardia real y el Rey de la ciudad le acoge en su seno, donde llegará hasta príncipe (como Aladdin, pero sin Josema Yuste). Se organiza una expedición para atacar una ciudad sagrada, donde vive la preciosa chica bond y donde se acusa que venden armas a los enemigos de Persia. Allí encontrarán la Daga con las Arenas del Tiempo, una especie de mando a distancia para volver al pasado unos minutos y poder actuar correctamente, dándole a quien la use una segunda oportunidad. Y bueno, pues lo típico: TODO EL MUNDO QUIERE LA DAGA. No hace falta explicar más. Por cierto, hago un parténsis para comentar que es impagable el paralelismo que hacen en la película con la invasión estadounidense a Irak (algo ilógico si conocemos al productor, el mayor patriótico que ha pisado Hollywood -si no me crean, vean Pearl Harbor-).

Con esta nueva cinta Bruckheimer ha querido devolverle al cine el gran género de aventuras, pero le ha salido un churro descomunal. No es aventuras, es acción. Y acción de la mala, acción de la que me quejo en muchas de mis críticas que parece que te frotan una persiana delante de tus narices y no ves nada. No hay planificación ni puesta en escena ni nada, la película es un simple encadenado de escenas donde en cada una salen 15 esbirros a blandirse en espadazos con nuestro héroe. Suena triste decirlo, pero la última gran película de aventuras fue La Momia (Stephen Sommers, 1999) (por cierto, Stephen Sommers estudió en la FCOM de Sevilla, OeeeOeOeOE).

No basta con colocar los elementos comunes del cine de aventura: acción, romance, aventura, misterios, objetos mágicos, un malo impresionante. NO. Hay que colocarlos bien. Y Prince of Persia falla en todos y cada uno de estos puntos. Me gustaría adentrarme a desarrollarlos, pero esta crítica aburriría a las ovejas. Solo apuntaré en una de mis generalizaciones que a tanta gente indigna pero con las que yo me divierto tanto: Prince of Persia no es más que una mala mezcla entre La Momia de Sommers y Click de Adam Sandler. A Regreso al Futuro no la meto en la ecuación porque me parecería un insulto para la trilogía compararla con esta. Prince of Persia cuenta con uno de los guiones más previsibles que he visto en mucho tiempo (desde que descubres que viaja atrás en el tiempo ya uno se sabe lo que ocurrirá en la batalla final), con uno de los malos peor aprovechados de la historia (no digo quién es, pero se intuye en el min 5) y con una serie de personajes a cada cuál más típico. Me quedo solo con Alfred Molina encariñado con un avestruz (¡¡!!) y quejándose de las manos persas: IMPAGABLE.

Pero con esta crítica me gustaría reivindicar/exigir que se me diese un premio por mis contribuciones a la economía del país. Estamos en crisis y el Gobierno no sabe por dónde meter la tijera. Yo advierto a la población española que no vaya a ver esta película, puedo ahorrarle a la economía 15 millones de euros que fácilmente podría recuadar este moñeco. Quien avisa no es traidor.

Y luego que no se me diga que no ayudo a levartar el país.