Vida y muerte de los portales de Internet


Echando la vista atrás... ¿nadie se pregunta qué ha pasado con grandes y antiguos portales como Ole.es, Wanadoo.com, Eresmas.com, Ozu.es y muchos de este tipo? Que tuvieron un gran auge pero también fueron la crónica de una muerte anunciada.



¿Dónde estuvo el nacimiento? Internet comenzó a popularizarse allá por mediados de los años 90. En el año 96 la red de redes contaba con 240 millones de usuarios en todo el mundo (haced cálculos y pensad que, a día de hoy, sólo Facebook tiene el doble). La cosa es que, por aquel entonces, el acceso a Internet lo proporcionaban numerosas empresas o "servidores", prestadoras de un servicio de telecomunicación. Estas empresas, para no obtener ingresos únicamente de la conexión, también crearon una serie de páginas webs a donde podía acceder el usuario directamente y se le ofrecía toda clase de información: deportiva, noticias, cotilleos, vídeos de actualidad... lo que vino siendo los portales de toda la vida. Wanadoo era de Jazztel, Eresmas pertenecía a Retevisión, Ozú y Olé fueron compradas por Telefónica e integradas en Terra... Ellos conseguían financiación mediante publicidad y ofrecían contenidos a los usuarios. Venía a ser como los antiguos medios tradicionales: los usuarios recibíamos la información, el medio se beneficiaba y todos contentos, pero había poca retroalimentación

¿Qué paso a partir del año 2000? La tecnología creía imparable, a un ritmo de oferta más rápido que su demanda. Pero hubo dos sucesos que tocaron de muerte a este tipo de empresas: por una parte las empresas telefónicas comenzaron integrar en su oferta la conexión a Internet, con velocidades más rápidas como el ADSL, algo que hirió definitivamente a estas prestadoras: ¿para qué iba a pagarle yo a Wanadoo una conexión si Telefónica me la daba gratis? Empezaron a desaparecer como moscas.

Pero por la otra parte hubo un hecho histórico que dio el puntillazo final: Si a las mayores velocidades de conexión le sumamos el crecimiento del consumo de electrónica doméstica (cámaras de fotos y de vídeos asequibles) y al desarrollo de herramientas web capaces de que cualquier persona pudiese (independientemente de sus conocimientos tecnológicos) subir contenidos de una forma gratuita... Podéis ir imaginando lo que pasó: que nació la Web 2.0

Se le dio la vuelta a la tortilla: ya no eran las grandes empresas quienes producían los contenidos, ahora éramos los usuarios quienes lo hacíamos. Y eso nos gustaba, la nueva situación de la red nos dio el poder que hasta entonces no tuvimos nunca, tener la oportunidad de expresarnos ampliamente y producir y compartir nuestros contenidos. Que nuestros vecinos, familiares y amigos las pudiesen ver fácilmente y que, encima, nos las comentasen. Toma ya.

Y no se podía competir contra lo gratuito, ¿por qué seguir pagando a una empresa por la información que un usuario como yo me lo da gratis? Los usuarios no solo subían fotos y vídeos, sino que muchos, independientes, se dedicaron. Además que este desarrollo tecnológico permitió a empresas pequeñas (véase el crecimiento de Weblogs S.L., por poner un claro ejemplo actual) poder tener su nicho de mercado en la red. De ahí que pocas empresas hayan aguantado el tirón, pocas resisten como Terra aquí en España (que Telefónica no la suelta ni queriendo, dudo que siga teniendo ingresos) y Yahoo! en Estados Unidos (más integrado como buscador y prestador de otros servicios que como portal en sí).

La historia de Internet siempre podrá resumirse siempre como renovarse o morir. No se puede pretender seguir manteniendo el mismo modelo de negocio mientras que la tecnología, los mercados y los usuarios cambiamos. Como dirían los compadres: Hay que amoldarse a la nueva idiosincrasia, tío, que la vida es como un tren tío, tú estás en la estación, y pasa er tren... y está ahí... y cohe er tren... o no lo cohe!!! Ahora, eso es así, eso es así.

Las pelis de Freddy: UNAS PESADILLAS

Esta historia que os voy a contar es real. Alguien que conozco llegó a soñar de verdad con Freddy Krueger. Según nos contó fue una pesadilla horrible: soñaba que corría por un pasillo de su casa y Freddy le perseguía con sus afiladas garras. Cuanto más corría por el pasillo más largo se hacía, más se estiraba y más imposible era llegar al final. Cada vez que giraba el cuello allí volvía a estar Freddy, persiguiéndole e intentando alcanzarlo. Él seguía corriendo, desesperado. Y en una de las veces que giró la cabeza para ver si seguía... ya no estaba. Entonces, según nos contó, volvió a mirar al frente y se dio cuenta que lo tenía delante, pero esta vez a cuatro patas y mi amigo estaba endiñándole por el culo a Freddy.

He creído que contar esta pesadilla es más útil y gracioso que contar cualquier cosa de las dos películas que vi ayer con Rafa: original y remake de Pesadilla en Elm Street. La original data de 1984, año de mi nacimiento. Y por aquel entonces, tras Norman Bates, Jason y Cara de Cuero el género slasher volvió a ponerse de moda gracias al jardinero pedófilo-psicópata que creó Wes Craven. La original es una película ochentera en toda regla: situaciones absurdas, sintetizadores chungos, jóvenes en apuros, un asesino que nunca deja de perseguir... y con raciones de sexo juvenil de los 80 para alterar las hormonas un poquito. Es curioso ver la ideología que contiene la película: la primera chica en morir es aquella que no respeta la moralidad cristiana, aquella que a los 15 años se está zumbando al macarra en su habitación aprovechando que los padres se han ido. En cambio, la chica virginal y moral logra sobrevivir hasta el final de la película.

Quizás en parte me llevé una decepción, porque el personaje de Krueger, quien se supone que es el rey de la función, está muy mal dibujado y llega a ser una caricatura. De hecho, creía que los que hacían de Freddy en el Tunel del Terror de la Calle del Infierno venían a ser una parodia del asesino, pero cuando vi ayer la película original me di cuenta que lo que hacían los feriantes eran sinceros homenajes, puesto que es así el Freddy que nos encontramos: torpe, patizambo, ridículo y muy poco terrorífico. Supongo que influyó mucho el hecho que la viese con 26 años y no con 7. Quizás en su época me hubiese impuesto más respeto (como la película de Grease, que la vi con 17 y me pareció una de las mayores chorradas de la historia).

El remake tampoco ayuda demasiado, porque nos encontramos con una adaptación y un homenaje tan tan fiel que hasta la planificación y la acción están calcadas de la original. ¿Resultado? Que las pesadillas no dan miedo y están igual de chusqueramente planificadas. A un servidor esto le molesta mucho puesto que el productor es Michael Bay, tío que tiene dinero imaginación y recursos suficientes para transformar un camión en un robot de 12 metros pero con una pesadilla no hace absolutamente nada. Quizás ese estilo visual diese miedo en los 80 (no lo niego), pero han pasado 26 años y tras habernos pateado los vídeos de SnuffXXX ya pocas cosas hay que nos puedan asustar.

Al menos Jackie Earl Harley intenta darle un poco más de seriedad de la que le dio Englund al personaje, intentando (aunque no consiguiéndolo) que no caiga en el ridículo. Pero tristemente vuelve a estar rodeado de los tópicos más dañinos del cine de terror adolescente: actores guapísimos pero estupidísimos, un guión mascaete mascaete y con sustos de violín que suenan a 234db, algo perjudicial para nuestros oídos y nervios. No es miedo inteligente, son sustos de los malos y de los típicos: da igual si pones un plano de un campo de margaritas o un perrito recién nacido, gracias a los estruendosos golpes de violines acojonarán hasta el más valiente.


Como bien dijo Rafa al volver a casa: mi verdadera pesadilla comienza el viernes, que es cuando me voy a sacar el abono del Betis.

El Sexto Sentido: esa obra maestra

Un policía enciende una bengala en la calle. Ha habido un accidente de tráfico y los coches se encuentran atascados. Lynn, madre soltera de veintiocho años, espera que no haya habido heridos pero su hijo Cole, de nueve, le dice que ha habido una víctima, una mujer. Extrañada, ella le pregunta que si puede verla desde el coche. Él le dice que sí, que está junto a su ventana. En ese momento Lynn comienza a asustarse y Cole se arma de valor y le confiesa su verdadero secreto: que ve fantasmas, fantasmas que le piden cosas. Ella no sabe cómo reaccionar ni si creerse o no lo que le está contando su hijo. Cole, ante la desesperación de que su propia madre no le vaya a creer, decide arriesgarse y tocar el tema más delicado para los dos: le dice que su abuela, ya fallecida, viene a visitarle. La madre de Cole, antes de enfadarse, le pide que cambie de tema pero él insiste. Y es cuando le cuenta la historia de que la abuela fue a verla bailar. Los ojos de Toni Collete se abren de par en par ante la incredulidad de que su hijo sepa tal historia. Ella no está dispuesta a creerle, porque supondría aceptar que la historia de su hijo es cierta: que ve fantasmas. Entonces él le dice que su madre y la abuela se pelearon hace muchos años y que ella fue a verla bailar, que se escondió tras el público para que no pudiese verla y decirle que parecía un ángel. Entonces tanto Toni Collete, al igual que nosotros los espectadores, estallamos en lágrimas ante esa catársis de emociones contenidas y de miedos liberados. El personaje de Lynn acepta como cierta la traumática historia que su hijo le está contando, que está maldito y que ve espíritus. Y, tras muchos años de rabia contenida, la abuela es perdonada por su precioso recuerdo. Cole por fin puede aceptar su maldición y compartir su trauma y sus miedos con la persona que más quiere: su madre.

Fue hace ya 11 años cuando M.Night Shyamalan escribió esta secuencia (para un servidor, la mejor escena de la película y de toda la filmografía del director indio). El Sexto Sentido supuso un antes y un después en la historia del cine. Porque fue la aparición de uno de los directores más queridos y, a la vez, más odiados; alguien a quien, en cada película nueva que estrena, el público le exige lo inexigible. También fue histórico porque 1999 fue el mediático año de ese bodrio llamado La Bruja de Blair y La Guarida. El terror volvía a apoderarse de los nervios de los espectadores de fin de siglo. Por aquel entonces, El Sexto Sentido fue recordada como un revienta taquillas (fue la sorpresa del año) y como una película que volvió a hacer que el público pasase verdadero miedo. Como no encajaba en los cánones del cine de terror, inteligentemente muchos la bautizaron como un "thriller psicológico", pero si la volvemos a ver hoy en día nos daremos cuenta que es un drama en toda regla. Un drama que nos habla de la soledad de la infancia, de la dificultad de ser madre, de la frustración de perder el matrimonio por causa del trabajo, de cómo nuestras personas más cercanas no nos comprenden... pero sobre todo nos habla del miedo. De esos miedos infantiles, que nos asustaban de niños, de aquella magia que podía ser real. O de aquellos miedos más profundos que pueden ser reales.

La película no hubiese sido posible sin un soberbio Haley Joel Osment, quien dio vida a uno de los personajes infantiles más entrañables de la historia del cine. Según transcurre la película podemos sentir que es un niño verdaderamente aterrorizado por una situación que no puede controlar, por esos fantasmas terroríficos que cada noche van a verle. Osment nos brindó una de las actuaciones más memorables de la historia, al igual que su madre: Toni Collete, uno de los mejores aciertos de casting. Porque es una madre de verdad, porque si hubiesen cogido a una estrella hubiesen tenido que explotar su belleza o venderla más, pero en este caso vemos también a una actriz como la copa de un pino de quien también vemos sus miedos y problemas: miedo por no poder críar a su hijo como ella quisiese y miedo por no conocer qué le pasa ni poder ayudarle. Bruce Willis, a quien vemos en un registro totalmente ajeno a él hasta entonces (hasta el 99 lo único que hizo fue acción), confió en la cinta y de hecho dijo que era un guión de hierro. No le faltó verdad, Shyamalan tejió en su primer blockbuster un guión merecedor de Oscar, donde el miedo y las apariciones fantasmales no son introducidas como puro susto gratuito, sino que nos cuenta la historia de un niño y su relación con un psicólogo que cree que no le puede ayudar y con una madre a quien, por miedo -de nuevo-, no le puede contar su secreto más terrible. 

Esta carta de presentación le valió a Shyamalan 600M$ de recaudación mundial y seis nominaciones al Oscar (entre ellas mejor película, mejor Director y mejor guión). Pero a la vez le supuso una maldición, porque en cada nueva entrega el público le ha exigido que volviese a sorprendernos en cada nueva entrega. Y lo hizo: creímos en fantasmas, un año después hizo que creyésemos en los superhéroes, dos años después que creyésemos en extraterrestres, después en que la inocencia puede conservarse siempre intacta y finalmente, en su obra maestra, nos hizo creer que los cuentos de hadas podían ser reales. Pero, como dirían en La Joven del Agua, el público no ha sabido escuchar.

También es cierto que hace dos años nos pidió que creyésemos en que las plantas eran las mayores asesinas del planeta, pero eso es un caso aparte. Y no sé que me pedirá el viernes que viene cuando vaya a ver Airbender: El Último Guerrero. Pero lo que sí tengo claro es que, con cada película que hizo, Shyamalan (de la mano de su mejor compañero, James Newton Howard) ha conseguido que volviera a tener fe: tanto en las historias como en el mejor cine.

Nos vemos, amigos

Parece que fue ayer cuando entraba con mi madre y mi amigo Vicente en la Sala 1 de los Arcos para ver la primera película enteramente realizada por ordenador. Se llamaba Toy Story. De eso fue hace ya ¡¡15 años!! y lo recuerdo como si fuera ayer. Desde entonces Pixar se erigió como uno de los estudios de animación más importantes del mundo y, a día de hoy, es -sin discusión alguna- el mejor de todos, capaz de imprimir en el cine más comercial las mayores dosis de emoción, de ilusión y de buen cine.

Toy Story representó un antes y un después en el cine, porque demostró que la animación por ordenador no tenía nada que envidiarle a la artesanal. Durante hora y media cautivaron la atención y el corazón tanto de niños como de padres. Y desde entonces la carrera del estudio fue astronómica. En el año 2000 tanto el estudio como su distribuidora se arriesgaron estrenando en cines la primera secuela de una película animada (algo que Disney no había hecho jamás): Toy Story 2 se presentó como una obra maestra, superando con creces a su original, desarrollando más a los personajes, ofreciendo más acción y emoción y ampliando ese mundo de juguetes e ilusiones.

Anteayer llegó a nuestros cines el cierre de la trilogía, en parte por seguir con la tónica de que cada verano hay una cinta de Pixar en los cines y por finalizar coherentemente la historia. En este caso se nos vuelve a presentar otro dilema en la habitación de Andy: en la primera entrega venía un juguete desconocido que cambiaría las reglas y que introduciría los celos en el mundo perfecto de Woody; en la segunda los juguetes iban viendo cómo los niños se iban haciendo mayores y dejándolos apartados; mientras que en la tercera se termina de desarrollar esa idea ya planteada en la entrega anterior: los niños crecen y abandonan el hogar, el mundo y los amigos que un día conocieron.


A Toy Story 3 se le podría achacar (como perfectamente dijo Fuertecito y Dani Andreu) que repite el mismo esquema narrativo que sus anteriores entregas, innovando poco en este aspecto. El arranque de la 3 es -simplemente- increíble, de una acción y un humor inigualables. Pero pasado ese mundo imaginario de juego de la mente de Andy, nos vuelve a plantear el dilema de la película, los juguetes vuelven a estar fuera del hogar y se ven en la necesidad de regresar, todo ello con los consecuentes obstáculos e impedimentos del cine de aventuras.

Es innegable el talento del estudio Pixar a la hora de escribir sus historias y plasmarlas en la pantalla, dotándolas de un ritmo envidiable y con unos personajes carismáticos. Pero, como hemos dicho, el hecho de la repetición de los mismos esquemas ha hecho que yo (en una apreciación totalmente subjetiva, es lo que tienen las críticas) no haya llegado a disfrutar tanto esta entrega. Quizás por las expectativas y por las críticas leídas con anterioridad. Había leído que los últimos 20 minutos eran de un ritmo frenético y de estar, contínuamente, con el paquete de Kleenex en la mano. Y no, no es así. La acción y emoción del aeropuerto no puede compararse con la del vertedero de basuras. Y los Kleenex no son para sacarlos contínuamente, sólo en los últimos cinco minutos.

Que, por cierto, hablando de finales (no, no os preocupéis, no voy a destripar nada). Creo que la película comete el mismo error que cometió El Retorno del Rey: Tiene dos finales. Y cuando acaba el primero viene el bajonazo del siglo, es lo que tienen los clímax. Por esta parte creo (vuelvo a repetir que es algo subjetivo) no han sabido darle el broche de oro que se merecía. Me temo que disfruté más con toda la fuga de la guardería que con la propia secuencia final. Pero he de reconocer que el constante homenaje que se le hace al cine carcelario y al de evasiones es, simplemente, brillante.

Con esto no quiero decir que no me haya gustado la película, que sí lo ha hecho. Pero me ha decepcionado bastante después de que la crítica pusiese las expectativas por las nubes. Creo que los guionistas no han podido desarrollar a los personajes más de lo que ya lo hicieron en la segunda, simplemente introducen los toques de humor necesarios para cada uno pero aportan poco más. Eso sí, los personajes están excelentemente definidos y es innegable que conocemos a cada juguete a la perfección, conocimiento que se demuestra en cierta escena en la que suena una armónica y todos sabemos quién es el juguete que está tocándola, ¡no podía ser otro!! 


Mientras ayer volvía a ver la secuela como cuando después vi la 3 me di cuenta que mi juguete favorito y con el que me identifico a la perfección es Ham, esa hucha con forma de cerdito conocedor de todo aparato electrónico, adicto a la televisión, ludópata, el escéptico y el raro del grupo, el que en los momentos de mayor tensión se pondría a leer un manual de instrucciones de un coche y decir "mmmm dudo que consuma tan poca gasolina" o aquel que se decepcione porque las ventanas lleven "una protección Snelker 380, imposible para cualquier niño". Este es mi homenaje particular.

A pesar de mi "decepción", vuelvo a reconocer que Pixar es el mejor estudio de animación que existe. El único capaz de entretener a los más pequeños, de hablarle a los jóvenes sobre la pérdida de los amigos y de buscar nuevos caminos, y de hablarnos a los mayores sobre aquello que un día vivimos. Toy Story 3 es muy buena película, no la obra maestra de la que habla la crítica, pero sí la necesaria para que tanto niños como mayores recordemos que, como dice la canción, hay un amigo en mí. Cuando eches a volar y tal vez añores tu dulce hogar. El tiempo pasará, pero lo nuesto no morirá...

Eclipsado por tu pecho lobo

Me ha gustado Eclipse. Sí, señoras y señores, ni me he vuelto loco ni me ha mordido ningún vampiro. Ayer me lo pasé bomba en el cine. Viéndola me divertí como nunca porque fui con la mentalidad de "Antonio, Crepúsculo y Luna Nueva te han ofrecido lo peor que jamás has visto en una sala de cine, ¡¡peor no lo pueden hacer!!". Y efectivamente así fue. Entendí que la 3ª entrega de la Saga Crepúscula ya se ha convertido en una autoparodia y no le queda otra salida que, simplemente, hacer que el espectador se lo pase bien. Sin duda, es la mejor de las 3 (aunque tampoco es que sea muy difícil superar es marca).


Eclipse cambia, por tercera entrega consecutiva, de realizador y de compositor. Tras la impersonal Catherine Hedwick y el sosísimo Paul/Chris Weitz (nunca he sabido cuál de los 2 hermanos es), esta vez ha cogido el testigo David Slade, director de la curiosa 'Hard Candy' y de '30 Días de Oscuridad', que tengo muchas ganas de ver. Consciente de lo que hace, ha sabido darle a esta nueva entrega las dosis de acción y de cachondeo que se merece.

Creo que me ha gustado la película porque, tras 2 entregas insufribles, ya nos importa un pimiento esa mitología de si son vampiros o no (discusión en la que no pienso meterme). A los espectadores no nos ha quedado más remedio que resignarnos. Pero como el director no vuelve a hablar sobre esas memeces... directamente va al grano, a la acción, al enredo, a los celos. Y uno se lo pasa bomba, sobre todo con Taylor Lautner.

La cinta está repleta de guiños y sinvergonzonería. Nos damos cuenta cuando aparece por primera vez luciendo sus perfectos pectorales y Pattison pregunta '¿Es que no tiene camisetas?'. Consciente la propia película de sus críticas, no hace otra cosa que reírse de ellas y seguir p'alante con su festival de carne, torsos depilados y carnaza para adolescentes de la era Tuenti. No me extraña que a día de hoy lleve recaudados 556M$. Volviendo a la sinvergonzonería, me parece genial cómo los propios protagonistas están escuchando Muse de fondo en una fiesta y le dicen al espectador, descarademente 'Eyy! Me gusta esta canción!'. Es tan descarado que hasta es genial, hacía tiempo que no veía una forma tan fantástica de vender una recopilación de canciones (me niego a llamar a ese disco Banda Sonora, tan solo una excusa barata de vender canciones que no tienen absolutamente nada que ver con la historia). En cambio el score de Howard Shore es -de nuevo- el mejor de los 3, se nota cuando un compositor tiene 3 oscars en lo alto.

Por otra parte, es más que interesante ver el debate que plantean los propios personajes de la película, que bailan entre el más ferreo puritanismo de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (de la que es miembra Stephanie Meyer, escritora/paridora de la saga) y entre la más liberal e insensata de las visiones juveniles. Choca ver un Edward Cullen partidario de llegar virgen al matrimonio y una Bella Swan dispuesta y empeñada en cometer errores e insensateces, motivada por el discurso de graduación de su amiga Anna Hendricks, donde suelta las mayores animaladas que he escuchado nunca (unas palabras peligrosísimas, sabiendo que esta película la verán quinceañeras que nunca han tenido -ni tendrán- muebles en la cabeza).

En cambio, si somos completamente sinceros y nos ponemos la mano en el corazón, nos daremos cuenta que esta película es totalmente innecesaria, puesto que termina con la misma situación con la que acabó la 2ª. Crepúsculo es una saga a la que le sobra un libro: ESTE. La película termina exactamente igual que la anterior y con los mismos problemas, la pareja sigue sin casarse y lo único que se ha aportado a la trama es que los Vulturi simplemente se han dado cuenta que ella sigue siendo humana (menuda novedad). El resto es simplemente relleno. Pero relleno muy divertido, oiga. Relleno con un cachondísimo y ciclado Taylor Lautner, que nos arrancará verdaderas carcajadas (atentos al primer beso con Bella y la escena de la cabaña) y que -junto a Billy Burke y Peter Facinelli- es el único que verdaderamente sabe dónde se está metiendo. Y es el que más tajada sacará para su carrera porque es divertido y porque tanto Patisson como Stewart son dos de los peores actores que estamos viendo nacer (y cuya química es nula).

En definitiva: si ya te has resignado ante el fenómeno Crepúscula y quieres pasártelo bomba con una nueva entrega que se toma a cachondeo su propia condición... vete corriendo a verla. Como diría mi compañero de festival Luisfer: No se confundan elitistas, Los fans de 'Eclipse' son superiores, aprecian virtudes en esa película que nosotros ni alcanzamos a ver.


Y prometedme que vuestro olor nunca va a cambiar.

La melodía más difícil y más preciosa de la historia

Ennio Morricone ya inscribió, hace muchísimo tiempo, su nombre entre los más grandes del séptimo arte. Uno de los datos más notables de su carrera es lo prolífico que ha sido siempre a la hora de componer bandas sonoras. De hecho, tiene en su currículum haber firmado más de 450 partituras y protagonizar la anécdota más increíble de la historia de las bandas sonoras. Morricone compuso una de las melodías más bonitas de la historia de la música y con una de las mayores dificultades jamás impuestas. El tema en cuestión es 'El Oboe de Gabriel', de la película La Misión (Roland Joffé, 1986) y que seguramente más de uno ya esté tarareando.

¿Y por qué fue tan difícil? ¿Dónde está el genio? Como todos sabemos, a excepción de las películas de animación y de los musicales, la imagen siempre se graba antes que la música. Siempre. Luego será tarea del compositor escribir con melodías y notas las sensaciones y emociones que acompañarán a la imagen.

En la escena de 'La Misión' Jeremy Irons interpreta al Padre Gabriel, quien calmaba a los indígenas tocando su música con su oboe. El problema fue que Jeremy Irons no sabía tocar dicho instrumento. Roland Joffé, el director, le dijo que no se preocupara, que tocara lo que le saliera del mismísimo que ya lo arreglarían luego en postproducción. Claro, Jeremy Irons le tomó la palabra y tocó una serie de notas disonantes y sin sentido que hubieran espantado hasta la más mansa de las fieras. Imaginaos por un momento a un niño de 6 años que le acaban de regalar una flauta y se pone a soplar. Lo mismo.

Cuando meses después de haber rodado la escena le llegaron las imágenes a Morricone imagino que se preguntaría en su estudio qué podía hacer con ese sindiós musical. Imaginaos el marrón que tenía encima: Morricone estaba atado de pies y manos, puesto que tenía que escribir una melodía acorde a la imagen, no podía hacer sonar un oboe imaginario si Jeremy no lo estaba tocando. ¿Qué hizo? LO IMPENSABLE: se las ingenió para que cada vez que Jeremy Irons bajase un dedo, él pusiese una nota aunque no tuviera que ver la posición real puesto que eso es algo que los espectadores nunca sabrán. Cada vez que bajaba un dedo y soplaba.. el ponía un 'La' o un 'Fa#'.

Jeremy Irons era quien 'marcaba' el ritmo bajando los dedos mientras que fue Morricone quien dictó la melodía cambiando unas notas disonantes por otras que tuvieran sentido. Y de aquella amalgama de sonidos ininteligibles... salió esta preciosa melodía.

De noche y de día por Sevilla

Voy a ir al grano con la crítica. No voy a hacer una introducción de la película puesto que muchos que me leéis sois de Sevilla. Y como el equipo técnico se tiró aquí rodando casi un mes sabéis bastante bien de qué va la cosa. Varias son las virtudes que presenta la última película de Tom Cruise y Cameron Díaz y, por supuesto, varios son los defectos.

Si hay dos cosas que no se le pueden tachar a la película es que, por una parte, es entretenidísima y, por otra, la química entre Cruise y Diaz es grandísima: hay habían trabajado juntos en Vanilla Sky (el remake de Abre Los Ojos) y parece que quisieron repetir la experiencia. El resultado que ahora nos dan es una perfecta conjunción de ambos personajes, tan diferentes entre sí, pero tan divertidos. Cruise vuelve a demostrar que, cuando quiere (o sea, siempre) es un actorazo y consigue que nos lo pasemos bomba durante la hora y tres cuartos que dura la cinta. Se come a la pantalla cada vez que aparece y sabemos que, antes que haga nada, la va a liar parda. Lástima que su mala fama todavía le arrastre. Por su parte, Cameron Díaz vuelve a estar guapísima. Digo lo de 'vuelve' porque la muyaya tiene ya casi 40 tacos y es algo que las arrugas de la cara no pueden ocultar, aunque se nota que ha intentado volver a ser la que un día fue (sin éxito, claro, no hay más que verle los morros).

En cambio, los defectos empañan el conjunto de la película, que se podría haber quedado como una divertidísima película de espías y de aventuras, pero no lo hace. Si hay 4 cosas que se le pueden (y deben) achacarle a la película son:
  1. Cameron Díaz: Al igual que hemos dicho que está guapísima y simpatiquísima, no hace otra cosa que entorpecer la acción con sus grititos y sus nervios en secuencias y situaciones que podrían haberse desarrollado con un humor más inteligente. En cambio, lo único por lo que optó tanto director como ella fue que gritase como una histérica para hacer reír al público. Eso sí, reconozco que cuando le dan el suero de la verdad y se cruza con Cruise es impagable.
  2. El guión: como se trata de una película de espías, la trama debe pegar algún que otro giro y ofrecer alguna que otra sorpresa al espectador. Que aquel que dice ser no lo sea. Y a lo mejor es que yo me estoy volviendo ya un poco viejo o un poco gilipollas, pero os juro que no entendí la trama al final de quién era el bueno, quién era el malo, ni cuáles eran los propósitos malignos/benignos de cada uno. El guión comienza muy sencillo pero al querer hacerlo más complicado a los espectadores nos hacen la picha un lío. Sobre todo con la aparición de cierto personaje.
  3. La resolución: los últimos 20 minutos son un despropósito, no saben cómo terminarla y se lanzan a la aventura, a ver qué pasa. Y el truco final de la pila me parece una de las excusas más baratas, chusqueras y chapuceras que he visto en el cine en muchísimos años. Cuando veáis qué pasa con la pila podéis exigir al taquillero que os devuelva el precio de la entrda.
  4. SEVILLA: Sí, señores, lo de mi ciudad es lo peor que se puede ver en la película. Quizás yo fui con muchas expectativas, quizás yo fui muy ilusionado. Pero lo que no se merece es que, después de haber estado en la capital hispalense rodando durante casi un mes, finalmente lo que se me ofrezca en pantalla sea eso. 3 minutos de acción (que, reconociéndolo, tampoco es la mejor acción que se ha visto en la pantalla, de hecho es mediocre). 3 minutos nada más, 3 minutos que, poniéndonos la mano en el corazón y habiendo estudiado producción, sabemos que eso no se tarda más de 5 días en rodar. Y si eres Michael Bay tardas 3. 3 minutos de despropósitos acumulados, volviendo a los mismos errores que cometieron en M:I 2. En estos casos no le prendemos fuego a los santos, vale, pero lo de mezclar Sevilla con los Sanfermines tiene muchoh cohone. No voy a entrar en detalles, vuelve a ser de risa: Estampidas por la calle Mateos Gago, toros furiosos que pegan bocaos (no es coña, hasta los mansos muerden), toros que corneando vuelcan coches... peor que la estampida de dinosaurios en King Kong, en serio.

Supongo que es lo que más me ha decepcionado: como Sevillano que soy, quería ver mi ciudad en pantalla grande y en formato panorámico. Y encima con Tom Cruise, toma ya. Pero uno que se sabe los trucos del cine y de la producción no me vale que me digas que has estado rodando 3 semanas para después ofrecerme eso nada más. Por muy pequeñas que sean las calles del centro, si lo tienes todo muy bien planificado no se tarda más de dos días en rodar. En la Casa Pilatos tampoco tardas más de un día. Y lo de Cádiz con los toros todavía es que no lo entiendo, ya que al final los toros que aparecen ¡¡están hechos por ordenador!!. También recuerdo que el casting pedía 2.000 extras. No sé dónde los meterían.

Resumiendo: si obviamos los despropósitos de Sevilla y los trucos chapuceros (tanto de guión como de realización) nos podemos quedar con una divertida película de aventuras. Aunque, tristemente, no tiene absolutamente nada por lo que merezca ser recordada...

P.D. Lo mejor es que vi la película en una sala que sonaba mal y, al salir, le puse al cine una hora de reclamaciones. Conseguí 3 entradas gratis que usaré para ver Toy Story 3. Algo bueno tenía que tener... ^^

El doblaje: Una profesión más que necesaria

Esta mañana he leído uno de estos posts qué te cabrean y que te indignan tanto que no te puedes callar. Algo lógico si viene firmado por Adrián Massanet, el autor más polémico de blogdecine.com. En su post 'Actores de doblaje, una profesión artesanal pero innecesaria' viene a concluir lo mismo que dice su título, que el doblaje en nuestro país es innecesario. Os invito a leerlo y, tras leer el mío, a  reflexionar sobre dos visiones enfrentadas, puesto que no estoy de acuerdo en nada de lo que dice Adrián. De hecho, me parece uno de los posts más egoístas jamás escritos.

El doblaje es uno de esos temas que en cuanto lo nombras ya salta la polémica, sobre todo entre aquellos que hemos estudiado la rama audiovisual o entre los amantes del séptimo arte. Y yo ya he tenido muchas discusiones sobre este tema, siempre desde la posición más difícil: el defenderlo. Muchos son los argumentos que he escuchado, pero siempre son los mismos: que si el doblaje desvirtúa la obra original... que si destroza las interpretaciones... que si es meramente por fines económicos... Incluso siempre hay uno que sigue saltando en medio del debate y diciendo que es un invento del franquismo. Que cada uno agarre su clavo ardiendo y se apunte a la discusión.

Me parecen argumentos muy egoístas. ¿Y egoístas por qué? Dejadme que os lo explique si me concedéis cinco minutos.



Una vez tuve con Pocoyó una discusión parecida a esta en la que hablábamos de la telebasura, y yo llegué a defender la telebasura, diciendo que siempre pienso en gente como mi abuela, que siempre pienso en mi abuela al fin y al cabo. Muchos de nosotros somos amantes del cine. Cinéfilos. Cinéfagos. Devoramos las películas. Con palomitas y un buen vaso de Coca-Cola. Para muchos este arte ha sido la razón del porqué haber estudiado durante 5 años Comunicación Audiovisual. Nos gustaría vivir por y para el cine. Pero no debemos pensar en nosotros nada más. Por mucho que nos guste el cine y disfrutar de él en todo su esplendor, somos tan solo una minoría dentro de este país y hay mucha más gente que tristemente -nadie es perfecto :P- no vive este arte con tanta pasión como nosotros.

De hecho, si os cogéis una de esas encuentas tan elaboradas del INE podréis comprobar que un espectador español irá de media 1,5 veces al cine al año. ¡¡De media!! Si nosotros estamos en uno de esos extremos, en gente con dinero para gastar en ocio... poneros en el otro extremo, haced los cálculos de cuántas veces se va al cine, y para una vez que van a una sala dile tú al espectador que se ponga a leer. Sí, tal cual, "que se ponga a leer". ¿A que os suena este argumento? Seguro que más de un amigo o familiar vuestro os habrá dicho en más de una ocasión que no tiene ganas de estar leyendo. Y yo les entiendo, es simplemente que no se está acostumbrado. Por cierto, hablando de leer. Ahora se están extendiendo mucho las teles de plasma que se ven de la repanocha, pero ponte tú a leer en las Sabas de tubo de 19' que vendían en Continente. CIEGO TE QUEDABAS.

Nosotros los cinéfilos tenemos ya una cultura y costumbres cinematográficas que somos capaces de tragarnos lo que nos echen. Pero no todo el mundo es así. Hay que ponerse en la piel de los 39 millones de personas que no leen blogdecine, hay que ponerse en la piel del ciudadano normal que no tiene las estanterías repletas de DVDs y dar las gracias a los actores de doblaje (que no dobladores) permitan que mucha gente de este país disfrute del cine.

Adrián hace mención a que el doblaje es algo puramente comercial. Sí, es algo que no le voy a discutir puesto quien sale beneficiado en primer término son las distribuidoras. Pero Adrián olvida que, en 2º término, son los espectadores quienes salen beneficiados. Sin los actores de doblaje y esta profesión, mal que le duela reconocer a muchos, no se exhibiría cine en nuestro país, así de claro. Sería algo extraño de arte y ensayo relegado a la Sala El Cachorro. Si en España hay tradición de ver cine es, precisamente, gracias a ellos. Y aquellos que crean que llevan viendo V.O. toda su vida que hagan repaso y piensen en cuánto cine en inglés veían antes de que las ventas del DVD explotaran en el año 2001.



Muchos dirán que desvirtúan la interpretación del actor. Yo digo que hay actores de doblaje cuya voz tiene más fuerza que el actor original le da vida. Yo digo que sin ellos ni mi abuela, ni mi padre, ni mi madre, ni la tuya, ni tu tío, ni tu vecino, ni tu amigo del alma ni nadie vería tanto cine como podemos ver hoy. A pesar de toda mi parrafada no penséis que estoy en contra de la V.O. Ni mucho menos, sé reconocer cuando los doblajes son pésimos pero también sé reconocer cuando incluso éstos superan al original. Incluso apuntaría a actores que suenan mejor en castellano (Eastwood/Constantino - Willis/Ramón Langa) o series completas que sin sus voces en español perderían parte de lo que son (Los Simpsons). 

De todas maneras, desde hace unos años siempre que puedo veo las películas en V.O. Pero la profesión no se merece el post que le han dedicado esta mañana. Adrián pensará que es innecesario. Pero como dice el propio gremio... de todas las profesiones que existen es una de las más despreciadas. Yo siempre pensaré que es una de las más necesarias para que se siga viendo cine, para que la industria en nuestro país se mantenga... y para nosotros.

Estas son mis reglas

Hace unos minutillos, Rafa Sánchez se preguntaba en su tablón de Facebook que ¿Para qué tantos mandamientos en tantas religiones?. Decía que debería haber una religión única con las 3 reglas más sencillas de recordar:
  1. No les puede dar la luz, sobre todo la del Sol
  2. No les pude dar el agua
  3. No pueden comer después de medianoche

A raíz de esta reflexión sobre la vida, la ética y las religiones nos hemos enzarzado en una batalla filosófica que ha recogido las mejores reglas que nos ha deparado el mundo del séptimo arte. A ver si adivináis de dónde provienen:
  1. La 1ª regla del Club de la Lucha es: Nadie habla sobre el Club de la Lucha.
  2. La 2ª regla del Club de la Lucha es: Ningún miembro habla sobre el club de la Lucha.
  3. La 3ª regla del Club de la Lucha es: La pelea termina cuando uno de los contendientes grita "basta", desfallece o hace una señal.
  4. La 4ª regla del Club de la Lucha es: Solo dos hombres por pelea.
  5. La 5ª regla del Club de la Lucha es: Solo una pelea cada vez.
  6. La 6ª regla del Club de la Lucha es: Se peleará sin camisa y sin zapatos.
  7. La 7ª regla del Club de la Lucha es: Cada pelea durará el tiempo que sea necesario.
  8. La 8ª regla del Club de la Lucha es: Si esta es tu primera noche en El Club de la Lucha... TIENES que pelear.

Otro mandamiento: "Pase lo que pase, no podéis cruzar los rayos"

Otra más friki (y más preciosa, si cabe): " NI MUJERES NI NIÑOS "  (Léon, El Profesional)

  • Regla Núm 1. No puedo matar a nadie, así que no me lo pidas!!
  • Regla Núm 2. No puedo hacer que alguien se enamooore de otro alguien. MUAAAAAAAA!!!! (Ahí tienes un nosequé que quéseyo)
  • Regla Núm 3. No pueeedo resucitarrr a los muerrrtosss... es asqueroso!! Y HUELE MUY MAL!!!!!!!!!!

  • Hablar en clase, golpe de remo
  • Mirar por la venta,a golpe de remo 
  • Reírse de mis sandalias, golpe de remo
  • Remar en la canoa del golegio, ¡oh! eso sí que es golpe de remo

"Protégete en todo momento"  (Million Dollar Baby)

  1. Regla número uno: No hagáis ruido ni preguntas. Si hacéis ruido el Sr. 44 hará ruido. Si hacéis una pregunta, el Sr. 44 la contestará.
  2. Regla número dos: Haced lo que le digamos cuando os lo digamos. Si no, os aplicaremos la regla número uno.
  3. Regla número tres: Nunca intentéis escapar. Tengo seis amiguitos... que corren más que tú

Y hemos llegado a la conclusión, como diría un bromista... Que la única forma sensata de vivir en este mundo es SIN REGLAS